Aquel día que no me peine, mis pensamientos aprovecharon el
momento para arremolinarse y hacer una fiesta en mi cabeza. Aun hay cosas de
este inicio que no termino de comprender, como los apareceres y los
desapareceres, me cuesta encarar porque hay cosas de las que no me quiero
desprender del todo. En definitiva hay gente mas buena que yo, pero mucho y de
repente me siento un poco débil; ante otros valientes, soy demasiado pequeña.
El día que no me peine comprendí que los destinos cruzados y
los caminos que se convierten en uno solo, no me deben alejar de mis ideales,
por mas desesperada que me encuentre de querer encontrar una salida. La
inseguridad nunca ha sido mi aliada y me encantan los planes A, B, C; pero
nunca me doy el gusto de no saber que quiero, por pequeñito que sea, siempre
hay algo por hacer. Despeinada comprendí que necesito caminar con más calma y
con cautela, no interpretar las palabras al pie de la letra, leer los textos
legales de cada situación que se presente y por nada del mundo renunciar a lo
que quiero, aunque haya momentos en los que tenga que ceder.
Y mientras los pensamientos se arremolinaban, yo daba
consejos que no era capaz de cumplir, había fiesta en mi cabeza y yo no podía
contener las lagrimas. Y así, a veces me cuesta creer, a veces pienso que los
puntos de vista desde los cuales cada uno ve e interpreta su realidad, son
armas de doble filo. Y tengo miedo de estar viviendo una historia sin poemas y
sin canciones que termine por aburrirme, una situación que se repite y que al
final terminara tan mal como la anterior. Me asusta.
Olvide mi cepillo, y con la cabeza despeinada tuve la
libertad de pensar en frio, de sentarme y analizar como hace tiempo no hacia,
sin nada que me atara los pensamientos y de repente, después de una alerta,
amarrarme en los pies una cuerdita y tirar hacia abajo, tocar tierra y buscar
un poco de equilibrio. Quiero entender esto, sin pensar que es el final, porque
debería disfrutar el ahora y no analizar tanto el mañana, y tal vez tomar una
dosis de paciencia, para dejar todo fluir como el agua que cae de mi pelo
despeinado.
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