jueves, 28 de mayo de 2015

Pero realmente…¿de dónde somos?

Cada uno de nosotros es una mezcla de cosas intangibles que hacen parte de lo que somos en esencia. Nuestros padres, nuestros hermanos, nuestra educación, nuestros valores, nuestros amigos; todo forma parte de el conjunto de cosas que nos conforma como seres humanos. 

Y de una u otra forma nuestros antepasados son quienes condicionan que en el primer momento de vida, abramos los ojos en un lugar determinado del globo terráqueo. Pero realmente…¿de dónde somos?. 

Las raíces empiezan a crecer en ese pequeño pedacito de tierra donde nacemos, pero con el paso de los años un montón de grumos de tierra de cada lugar que pisamos se van adhiriendo a ellas y entonces nos damos cuenta que somos una mezcla de tantas cosas, que cuesta afirmar que somos parte de una sola en particular. 

Los colores de los pueblos nos llenan los ojos, la frescura del océano nos acaricia la piel, el olor de la montaña hace parte del aire que respiramos, nuestros zapatos se desgastan en las calles de pueblos perdidos, la nostalgia se revuelve en los días fríos del invierno de las grandes ciudades, la memoria se revela en paisajes perdidos. Somos hijos de barrios prestados, de calles que se entrecruzan, de callejones sin salida, de ciudades de asfalto, de campamentos en las cumbres, de atardeceres al lado del mar, de largas carreteras, de castillos legendarios, de lugares deseados, de pueblos ancestrales, de nomenclaturas incomprensibles, de cartas navales, de mapas antiguos, de bancas de parque, de libros mágicos, de historias contadas, de relatos fundidos en el olvido. Somos parte de cada lugar que pisamos, de cada cultura con la que interactuamos, de cada pedacito de vida que compartimos con quienes cruzan nuestro camino. 

Somos arboles que se nutren de cada rincón de la tierra en el que crecen sus raíces, somos una mezcla de detalles, de sonrisas, de recuerdos, de nostalgia, de canciones, de charlas, de olores, de sabores, de recorridos, de caminos, de puertas, de lenguajes, de gestos, de pedacitos de cielo y de retazos de tierra que nos impregnan mientras caminamos. 

Es fácil afirmar que venimos de un lugar, pero es difícil asegurar con certeza de donde somos parte, porque al final de cuentas somos como arboles con memoria en las hojas y raíces que se extienden hasta donde las dejemos crecer.

No hay comentarios: