viernes, 22 de noviembre de 2013
Y mi karma...
Adiós a las caminatas sobre tierra firme y a los sueños claros. Hay una verdad perdida y mientras mis pies cansados de caminar se hunden en el húmedo fango, intento encontrarla sin fortuna alguna. La he perdido, la puta se ha escapado a no sé dónde. En el aire no paran de revolotear las golondrinas que pronto migraran al este y yo no me separo de mi karma. Decidí tiempo atrás cargar con esta liviana piedra que por alguna razón que desconozco ahora pesa tanto que no soy capaz de sostenerme en pie. Algo me falta en este lugar y no dejo de preguntarme si ese es el precio de la libertad que no tengo ahora y que hoy por hoy he perdido. De nuevo las decisiones. El cielo se arremolina sobre mi cabeza mientras busco tierra firme, diluvia y los cuencos de mis ojos se inundan ante la sensación de incertidumbre y miedo, que me invade el cuerpo en forma de pequeñas cosquillas que van desde la punta de los dedos hasta el último pelo de mi cabeza. Aun así sale el arcoíris en esta ciudad, pues aquí extrañamente, siempre pasa eso. Llueve, sale el sol y se forma el arco de colores sobre los retazos de nubes grises que cubren la bóveda celeste, siempre como queriendo decir algo que antes entendía pero hoy no logro descifrar. Y pasa el día con la sensación de inestabilidad e impotencia y la cabeza dando vueltas por aquí y por allá. Pido un café y me siento a llorar como si todo estuviera perdido, fatalista, moralista, que se yo!. Las memorias del pasado danzan en mi pensamiento y yo no paro de tener porqués. Soy consciente de la pérdida de tiempo con estos asuntos vánales y estos dolores futuros, sé que mañana nada será igual y aun así me ahogo en un mar de preguntas. Y mi karma…
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