Háblame de los atardeceres eternos en Madrid, de Roma, de París de los amores de Campamento, de los viajes ficticios a Japón. Háblame de
caminar tomados de la mano por el centro como si pareciéramos novios sin serlo.
Háblame del sabor de tus labios, del olor de mi pelo, de nuestras bocas bañadas
en cerveza. Háblame de tus sueños, de noches juntos que no pasaremos, de una
estrella que brilla en el cielo y es testigo de esto. Hablemos de los limites
que no seremos capaces de mantener y de que esto jamás funcionaria. Háblame de
tu vida sin mí e inventa una vida mía sin ti. Hablemos de las mil y un razones
por las cuales está pasando esto, como si todo tuviera un orden en medio del
caos que enfrentamos. Háblame de los silencios que tanto nos gustan, que usamos
para pensar en que no queremos que esto acabe. Dime que pensabas en mí, cuando
en realidad la idea de la despedida te martilla la cabeza. Háblame en silencio
con tu sonrisa, déjame acariciar tu nariz perfecta, juguemos al cíclope. Cuéntame
como harás que tu cerebro se olvide de mi durante un año y medio exacto y como
luego le darás la instrucción de que yo le vuelva a gustar; porque a lo mejor
para ese entonces podamos encontrarnos en algún lugar donde pondremos un
candado en un puente, como enamorados de cuento. Háblame de estatuas que se
abrazan en la calle, de habitaciones en las que dormiremos en el palacio real,
de abrazos eternos. Háblame del sol, háblame
de la luna, háblame de cada cosa que recordaras y de cada lugar que odiaras
cuando visites y yo no este ahí. Háblame de las conversaciones eternas, de los
amaneceres y de las largas noches. Háblame del desequilibrio que nos equilibra,
de los días felices, de la compañía, de tenerte cerca y no querer que te
marches. Háblame de jugar con fuego y quemarse. Háblame de resignarse porque ya
no hay nada que hacer y es imposible dejar de sentir. Háblame de cosas que
dijimos que jamás haríamos y al final terminamos de cabeza haciéndolas. Háblame
de las horas eternas a tu lado viendo el cielo entre las hojas de los arboles
con tu cabeza al lado de la mía. Háblame de las promesas que no cumpliremos, de
las cosas que hubiéramos podido hacer juntos y del tiempo que paso en un abrir
y cerrar de ojos. No me hables de amor, porque si me hablas de amor a lo mejor
te enamoras, no me hables de amor porque yo me enamoro, no me hables de amor
porque yo me debo ir, no me hables de amor porque a lo mejor terminamos en esto
tu y yo… Háblame de todas esas cosas, pero no me hables de amor porque ya es tarde, ya no es necesario hablarlo
porque tus ojos me dicen lo que tu corazón siente y yo no puedo parar de
decirte cuanto te quiero…
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