jueves, 28 de mayo de 2015


Las palabras salen de tu boca como el reconfortante aroma del primer café de una mañana de invierno. Y ese aroma que ellas emanan, abraza mi cuerpo desde la punta de los pies hasta lo alto de mi cabeza.
Qué bonito es cuando no callas, aunque todo lo que digas pertenezca a otros poetas; qué bonito es cuando no callas, aunque todas las palabras se desvanezcan en la niebla de la mañana; qué bonito es cuando no callas, porque a través de tus palabras veo aquel futuro que no existe aun, ese que me levanta de la cama en los días de invierno, como con la esperanza de que ya pronto llegara la primavera; qué bonito es cuando no callas y te siento tan cerca aunque estés tan lejos; que bonito es cuando no callas, pues así, tal vez, algún día te escuche más cerca y entonces será porque estas a mi lado, sentado en la misma mesa. Y será ahí, cuando por fin nos encontraremos en el trivial ritual de compartir el primer café de la mañana.

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